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Memo 20-11-2025 La minería está expuesta al cumplimiento de gran cantidad de estándares que exigen inversionistas y el Ejecutivo, a los que se suma el ingreso de Chile a una de las entidades más exigentes en esta materia, la Iniciativa para la Transparencia en las Industrias Extractivas (EITI), en la que organizaciones de la sociedad civil pasarán a tener un poder inédito en el control de los indicadores de las grandes mineras.
No hay opción, no es una moda. La nueva forma de hacer minería en Chile transita desde lo que algunos otrora llamaron opacidad en sus métodos y desconfianza de las comunidades adyacentes a los yacimientos, a un mejor estándar de transparencia, donde la industria pareciera operar en una casa de vidrio.
En un contexto global marcado por la urgencia climática, la escasez hídrica, la creciente demanda por transparencia y la presión social por una economía más justa, la minería chilena -el principal sector económico del país- se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su historia: demostrar que puede ser sostenible.
El reciente informe "Levantamiento de Iniciativas ESG en la Minería", elaborado por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), revela un profundo análisis del estado actual de las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por su sigla en inglés) en el sector.
Estos criterios cada vez más estrictos no nacieron pensados para la minería, sino que para medir la sostenibilidad de todo tipo de industrias en 2004 impulsado por Naciones Unidas, y han ido ganando cada vez más fuerza a nivel global y local, influyendo en las decisiones de los grandes inversores que los exigen para invertir o desinvertir.
"Hoy no basta con mostrar un balance financiero positivo, sino que también los inversionistas demandan información confiable sobre emisiones, consumo hídrico, gobernanza fiscal, seguridad laboral, derechos humanos y relación con comunidades", afirma Cristián Cifuentes, analista senior del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO). |
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